Aprovecho para escribirte mientras duerme la mona. Anoche decidió que debíamos salir y se emborrachó.
Después, se rompió el espejismo; se puso muy agresivo y me penetro por la fuerza cuando regresamos al apartamento.
No he sido capaz de quitarme esta sensación; me siento sucia, utilizada, un simple juguete para él.
Además estoy muy dolorida, me escuece al orinar y no soy capaz de andar bien. Es posible que me haya producido alguna pequeña herida por culpa de ese ímpetu que tiene.
Doy gracias de que aún no se ha levantado, no tengo ganas de verle la cara y mucho menos, de salir con este malestar ahí abajo.
He perdido la cuenta de la cantidad de veces que me he duchado, intentando limpiarme, pero no soy capaz, no se ya que hacer; estoy contaminada, asqueada, impura…
Necesito que esto se acabe, he llegado incluso a pensar que si me muero por fin podré descansar, pero luego me acuerdo de ti y no pienso dejar que ocurra.
Simplemente necesito aguantar un poco más. Ahorrar lo suficiente y abandonarle. Es mi única salida.